De Veracruz, Diego siempre prefirió el producto a la gastronomía. Tenía una granja con su familia en Veracruz y ahí era donde nació su amor por los ingredientes. Le gustaba descubrir y probar todo lo que encontraba allí.

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Aunque también tenían que ver a su madre, a sus abuelas e incluso a su padre, a quien le gustaba cocinar. Fue a través de la cocina, que la familia se reunió los domingos, todos prepararon algo juntos y, poco a poco, esto se convirtió en una tradición familiar. A partir de ahí, Diego comenzó a generar su pasión, y cuando fue a la casa de amigos, comenzó a cocinar, también organizó sus famosos martes gourmet para mimar a sus amigos y ver series.

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Después de esa experiencia, se fue a Francia para estudiar en el Instituto Paul Bocusse. Ahí es donde comenzó su carrera. Diego hizo pasantías en tres estrellas Michelin, sufrió mucho, pero también aprendió grandes cosas. Luego estuvo con Michel Rostang en París y más tarde con Julien Ducoté. Después de eso, Diego quería aprender otro tipo de trabajo dentro de la gastronomía y fue a trabajar para uno de los banquetes más grandes de Francia, algunos muy grandes y con una gran producción. Finalmente, antes de regresar a México, se fue como chef privado de una personalidad en Córcega, durante tres meses.

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Después de un proyecto que no funcionó, el chef realizó algunas consultas y decidió dejar la cocina durante seis meses y dedicarse al rugby, un deporte que siempre le gustó, le dieron toda el área noreste del país y su nuevo trabajo fue Desarrollar este deporte junto a colegios y entidades gubernamentales.

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Después de eso, conoció a Eduardo Morali y lo invitó a Beef Bar, donde vivió uno de los mejores años que ha tenido. Fue al Café Ó con Paco Garduño y con él fue el chef corporativo de su grupo, al mismo tiempo que estaba en Top Chef, lo que lo ayudó a darse a conocer y surgió la oportunidad de tomar la cocina Mexsi Bocú. Después de traer la gloria a Mexsi Bocú, Diego Sobrino comienza una nueva etapa gastronómica como Chef Ejecutivo de Fairmont Mayakoba, en la Riviera Maya, lejos de la vorágine de la capital para aventurarse en El Puerto, La Laguna y Brisas, restaurantes dentro de uno de los Hoteles de lujo con los mejores programas ecológicos y distinguidos con los 5 Diamantes distintivos de la American Automobile Association (AAA).